Nacimiento de la RCC
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Tiempo de Jubileo

Misión de la RCC

La Renovación Carismática Católica es una corriente de gracia suscitada por el Espíritu Santo, reconocida por la Iglesia; que desde la experiencia del Bautismo en el Espíritu lleva a un encuentro personal con Jesús, para vivir la Cultura de Pentecostés, al servicio permanente de todo el Pueblo de Dios y de la sociedad, para vivir en conversión y en santidad, acogiendo la poderosa intercesión de María Santísima.

Visión

La Renovación Carismática Católica del Perú para el 2026 será reconocida por ser una Comunidad de discípulos-misioneros, formados integralmente y conformada por familias (niños, jóvenes, adultos, adultos mayores), que vive y promueve la Cultura de Pentecostés. Cuenta con grupos de oración y comunidades carismáticas sólidas, organizadas y fortalecidas en el ejercicio de los carismas, con énfasis en el apostolado de la misericordia. Es una gran fuerza evangelizadora en distintas realidades y en continua expansión geográfica. Se caracteriza por usar eficazmente los diferentes medios de comunicación y por ser una comunidad autosostenible (sin fines de lucro), que vive la cultura del desprendimiento y que cuenta con una infraestructura adecuada al servicio de los hermanos.


Principios y Valores

1. Bautismo en el Espiritu que nos lleva al encuentro con Jesús.

El Bautismo en el Espíritu Santo, es una experiencia transformadora del amor de Dios derramado en el corazón de los hombres que se entregan al señorío de Jesucristo. (Rm. 5, 5). El Bautismo en el Espí­ritu es la Gracia central en el corazón de la Renovación. Con el Bautismo del Espíritu Santo se avivan los dones y ca­rismas, que son tan necesarios y útiles para la edificación de la Iglesia (LG 12).

2. Acción del Espíritu Santo que nos lleva a una conversión continua.

Nuestra docilidad a la acción del Espíritu Santo nos lleva a dar una respuesta al llamado de Jesús a quien hemos reconocido, aceptado y procla­mado Señor, creemos en Él por la ac­ción del Espíritu, haciéndonos discí­pulos suyos, cambiando nuestra forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, conscientes de que morir al pecado es alcanzar la vida, la santidad. (Lc. 24, 46-47).

3. Oración carismática, Palabra de Dios y vida sacramental.

La oración carismática es aquella que dirigida por el Espíritu Santo nos lleva a una experiencia profunda de la presencia de Dios en medio de la alabanza, acción de gracias, adoración, contemplación, canto en lenguas, profecía, sanación, intercesión y peticiones que nos identifica y se manifiesta en los GG.OO. y en la vida de cada uno de sus miembros. La experiencia en El Espíritu Santo nos ayuda descubrir la voz de Dios en Las Sagradas Escrituras que nos habla personalmente y nos alimenta. Asimismo hay una sed por el estudio de La Palabra a fin de que pueda cambiarnos. Hay una nueva conciencia de la presencia y poder de Cristo en la liturgia de la Iglesia, especialmente en los sacramentos de la Eucaristía y la reconciliación. Los sacramentos recibidos anteriormente por costumbre ahora son experimentados como fuentes de vida.

4. Evangelización kerigmática, per­manente y profética con ejercicio de los carismas.

La misión principal de la RCC en la Iglesia es evangelizar con el primer anuncio (Kerigma). Sólo desde el ke­rigma se da la posibilidad de una ini­ciación cristiana verdadera.(DA 289)
Las personas transformadas por el Es­píritu Santo se convierten en testigos vivientes capaces de hablar de Cristo permanentemente, ejerciendo los ca­rismas anuncian la Buena Nueva par­tir de una experiencia personal con Él. (Hch. 4, 33).

5. Formación Integral

El Bautismo en el Espíritu nos debe llevar a descubrir nuestra vocación y compromiso de ser hoy discípulos y mi­sioneros de Jesucristo con una clara y decidida opción por la formación inte­gral en bien propio y de todos nuestros hermanos cualquiera sea el servicio que ejerzamos en la Iglesia.
La formación integral comprende la di­mensión humana y comunitaria, espi­ritual, intelectual y pastoral-misionera. (DA280).

6. Testimonio de vida personal y comunitaria

El carismático en cada momento de su vida manifiesta la obra que el Espíritu Santo realiza en él, es coherente entre su vida cotidiana y la aceptación del Señorío de Jesús.
Responde a la gracia que el Espíritu Santo le da, de una manera consciente, viviendo una vida cristiana comunitaria como se describe en el nuevo testamento “una vida ordenada de amor mutuo bajo la influencia del Espíri­tu Santo (Rm 12, 1-21)“

7. Pertenencia filial a nuestra Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica. (CIC 811)

Los que son bautizados en el Espíritu Santo encuentran un amor profundo no solo por Jesús sino también por su espo­sa La Iglesia. La Iglesia que nos da Jesús, nos da identidad, que no es sólo un se­llo, sino una pertenencia. (SS Francisco, Sta. Marta 30-01-2014)
Pablo VI decía que es un absurdo que­rer vivir con Jesús sin la Iglesia, seguir a Jesús fuera de la Iglesia, amar a Jesús sin la Iglesia.
Para los miembros de la RCC del Perú ir al encuentro de Jesús fuera de la Iglesia no es posible.

8. Unidad entre todos los miembros de la RCC del Perú

La comunión fraterna y el amor entre todos los miembros de la RCC del Perú, se constituyen el auténtico testimo­nio de la acción del Espíritu San­to en medio de ella. (1Pe 3, 8-9).
Esta unidad debe manifestarse a todo nivel de su organización, convirtiéndonos en una gran comu­nidad de discípulos en misión que avanza hacia una meta en común.

9. Amor a la Santísima Virgen María.

Hacemos nuestro el legado maternal de Cristo en la cruz invitando a la Virgen María a nuestra casa, recibiéndola como madre nuestra y reconociendo en ella al primer discípulo de Cristo, quien llena del Espíritu Santo (Lc 1, 35) es nuestro modelo de fe, obediencia, vida de ora­ción y docilidad a su acción.(DA 267). Velando por el triunfo del inmaculado corazón de María (San Luis María Grignion Montfort).

10.  Respeto a la vida y a la creación.

Todo Carismático es Pro-vida y custodio de la creación. Reconocemos que la vida se inicia en la concepción y que concluye solo por muerte natural, que el dueño de la vida es Dios y que no debemos alterar el orden por Él establecido. Asimismo el discípulo misionero a quien Dios encargó la creación, debe cui­darla y utilizarla respetando siempre el orden que le dio el Creador. (DA125) “Jesús trabajaba con sus manos, tomando contacto cotidiano con la materia creada por Dios para darle forma con su habilidad de artesano. Llama la atención que la mayor parte de su vida fue consagrada a esa tarea. Así santificó el trabajo y le otorgó un peculiar valor para nuestra maduración“ (Laudato Si, 18)


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